Fotografía y documentos. Redmeda Modesto Montoto, Kruger y Lueje



 Sobre documentación etnográfica, dentro de ella el apartado fotográfico, merece la pena destacar la biblioteca digital de Redmeda

La Red de Museos Etnográficos de Asturias inició su funcionamiento en el año 2001, a instancias de la Consejería de Cultura y Turismo del Principado de Asturias. Su cometido es la coordinación de los trabajos de gestión de colecciones, difusión, investigación y formación en los museos de esta clase existentes en Asturias.

Biblioteca Digital. 


Aquí se encuentran numerosos documentos en pdf de interés etnográfico, muchos de ellos de Asturias, pero también muchos ellos de interés por el tema que tratan.
De fotografía destaquemos


López Álvarez, Juaco.  Modesto Montoto : una visión fotográfica de Asturias (1900-1925). [Gijón]: Fundacion Municipal de Cultura, Educacion y Universidad Popular, Ayuntamiento de Gijón, 1995

Lombardía Fernández, Carmen, Juaco López Álvarez, y José Ramón Lueje. José Ramón Lueje : la montaña fotografiada : (1936-1975). Gijón: Fundación Municipal de Cultura, 2003 

Ros Fontana, Ignasi, y Juaco López Alvarez. Fritz Krüger : fotografías de un trabajo de campo en Asturias (1927). Museu del Pueblu d’Asturies. Serie fotográfica. Gijón: Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular ; Ayuntamiento de Gijón, 1999


 Foto Cuétara. Asturias. Hórreo.
 Recordemos que el Museo del Pueblo de Asturias en Gijón tiene una de las grandes colecciones de foto antigua centrada en Asturias y en la emigración.

Algunos comentarios del texto de Montoto , realizados en 1920 y válidos hoy:

........Entiendo la fotografía como un arte, nadie duda
de que se trata de un arte, que hace a las cosas y a
las personas adquirir una permanencia que media
entre la serenidad y la turbulencia, según su temática.
Y las paraliza tal como fueron, tal como las
captó el fotógrafo a través de su lente, sin la distorsión
propia de la subjetividad del artista plástico
o del escritor. Es la fotografía el único arte que
nos trasmite la realidad de la vida tal cual.


.........Sólo en una ocasión,
resultaba imposible eludir el compromiso, retraté
a una familia de indianos, se habían emperifollado
hasta la médula: ellas parecían «chatas de rifa»;
ellos no sabían qué pose adoptar para que en la
foto reluciera el oro que llevaban encima: sonrisa
forzada hacia el lado de la prótesis dental aurífera,
manos en primer plano mostrando anillos de
muchos quilates, y la prominente panza que tras
la americana desabrochada descubría al observador
valiosas cadenas de oro de las que se supone
pendía un reloj, también de oro. Yo puse todo mi
empeño en captar la cara de gárrulos que tenían,
pues por mucha «plata» que hayan ganado en las
américas resultaba imposible que se les despintase


.........Si hubiera tenido que dar de
comer a mis hijos con la fotografía, mala cosa sería
para todos. «Bautista y la Nana», «Pepín el de la
Cueva» o «El hombre de los calendarios», con qué
iban a pagarme los pobres, si encima tenia que
darles un pequeño estipendio para que posaran
ante mi cámara. Pero, que nadie se engañe, mis
modelos estaban acordes con la realidad de la
Asturias de aquel momento. Ellos no precisaban
de adornos, bastante emperifollados estaban, de
miseria, y eso es lo que el fotógrafo fiel debe procurar:
desnudar la realidad, o mejor dicho, fotografiarla
desnuda. Recuerdo las palabras de la
Nana el día que vio su retrato al lado de Bautista
en plan de novios, me dijo: «¡Bah, qué coses tién!
Si fuera al lau de algún buen mozu, entovía...». A lo que respondió Bautista: «¡Calla enana, mala 1lagartesa!
¡Y quite de ahí la asemella, si non quier
que la faiga añicos!». Creo que había dado en el
clavo con la foto, ellos me lo refrendaron. La Nana
había visto a Bautista tal cual, y desde luego nada
tenía de buen mozo; sin embargo, a ella no le había
interesado reparar en su propia imagen, cosa que
hizo Bautista, le dijo lo que era en realidad: enana,
cretina resentida y huraña. Desde luego Bautista
tampoco se había visto en la foto. Los dos huían de
su propia realidad que les resultaba cruel, pero se
regodeaban con la miseria del contrario.