Fotógrafo Cuétara Asturias Horreo


Esta es una de las fotos que más aprecio de  mi colección. Posiblemente sea debido a que es una de las primeras fotos que compré en una tienda que se  reveló como  todo un descubrimiento para mí, pues fue el lugar donde más fotos compré de toda mi colección.
La fotografía, muy bien conservada nos muestra un típico paisaje asturiano con el, los hórreos en primer término de una cuesta y, al fondo, la montaña asturiana, posiblemente los Picos de Europa.
Son muy pocos los datos que conozco del fotógrafo José Fernández Cuétara, solamente los reflejados en el libro de Crabifosse "Los Fotógrafos en Oviedo":

Nació en Ribadesella en 1878, realizo numerosos retratos y algunas vistas de Gijón. En 1900 se pierde la pista sobre su labor fotográfica.

Esta foto nos muestra a un fotógrafo que denomina la técnica, mostrándonos en el centro de la foto el elemento principal, el hórreo, pero dando profundidad a la foto con un punto de vista bajo picando la cámara hacia arriba para dar mayor importancia a la montaña.
  • Por favor si usted identica el lugar, la montaña, contacte conmigo
En primer lugar vemos el macadam que se empezaba a utilizar en España por esa época. Este elemento es la grava para los caminos que debe su nombre al inventor de la misma el escocés John Loudon McAdam
Yo no tenía ni idea de este nombre, fue al acercarme al Museo Etnográfico de Gijón donde me informaron sobre la foto,el fotógrafo y la importancia que tenía para ellos, como dato, yo ni idea que eso existía, el macadam en primer término.


Sobre el Hórreo y su autoría es interesante leer la excelente tesis 
Donde podemos leer.
En la descripción que hizo de estos hórreos introdujo un aspecto tan discutido como ignorado en el campo etnográfico, y que tiene que ver con tema de la autoría en la arquitectura popular. Habló sobre las incisiones que de vez en cuando encontró en los
dinteles de madera sobre las puertas de estas construcciones, en el caso de la fotografía que incluimos especificó el año de construcción, 1768. El paso del tiempo y el deterioro producido por los cambios climáticos, habrían hecho desaparecer estas marcas en
relativamente poco tiempo. Pero la investigadora dejó constancia de su existencia porque lo consideró necesario